lunes, 3 de febrero de 2014

El Teatro real de Madrid



El Teatro Real está considerado uno de los más importantes de España y de Europa.
Se encuentra situado en la Plaza de Oriente, frente al Palacio Real, y es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. Se inauguró en 1850, funcionando de forma ininterrumpida como teatro de ópera hasta 1925, cuando tuvo que cerrar a causa de problemas estructurales en el edificio. No volvió a abrir sus puertas hasta 1966, como sala de conciertos sinfónicos. Entre 1988 y 1997 sufrió una importante remodelación que lo volvió a convertir en coliseo operístico.
historia
Tras las pérdidas que ocasionó la primera temporada, y debido al enorme coste que tenía una representación, en torno a 1.200.000 reales y a las deudas por su construcción, el Gobierno decidió trasladar la gestión del teatro a manos privadas, mediante concesión. Durante los años sucesivos se fueron alternando diferentes empresarios privados, que solían abandonar la gestión tras sufrir enormes pérdidas. El primero fue el conocido libretista y compositor italiano Temistocle Solera. La segunda temporada se inició con la representación de Los mártires, de Donizetti. Fue una temporada breve con tan solo 69 representaciones, con gran éxito entre la aristocracia madrileña que disfrutaba con la asistencia a la ópera como la alta sociedad parisina.
Estas primeras temporadas las dominaron las óperas de Donizetti y Bellini, con presencia también de Rossini y Verdi, que pronto se convirtió en el compositor favorito del público madrileño. La visita de Verdi al teatro, con motivo del estreno en España de su obra La forza del destino en 1863, fue todo un acontecimiento social en el Madrid de la época. En los primeros años frecuentaron el teatro algunas de las mayores figuras líricas del momento (además de Alboni y Frezzolini destacan Marietta Gazzaniga, Rosina Penco, Giulia Grisi, Giorgio Ronconi, Italo Gardoni, Mario de Candia, Emilio Naudin, Gaetano Fraschini, Geremia Bettini, Felice Varesi o Antonio Selva). A pesar de que, por contrato, los empresarios estaban obligados a presentar al menos una obra de autor español en cada temporada, normalmente se evitaba el cumplimiento de este compromiso. La primera representación de una ópera española fue el 26 de abril de 1854, con Ildegonda, de Emilio Arrieta.

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